Por: Yazmín Alessandrini.
Diversas son las formas de reaccionar de muchos de ustedes, chicos, al enfrentar el momento de ser despedido o, como dicen por ahí, "puesto de patitas en la calle". Máxime si usted se ha vuelto dependiente de su mujer.
Esta dependencia suele darse de distintas formas, por ejemplo: puede que usted se encuentre profundamente enamorado de su "gordita", pero esto a ella le tiene sin cuidado, y peor aún, usted no es correspondido y ella esperará la primera oportunidad para sacarla de la jugada y seguir su curso sola, sin la molestia en la que usted desafortunadamente se ha convertido.
Frecuentemente lo anterior es el resultado de un desbalance económico en la pareja, a veces causado por el poco interés e iniciativa del varón, quien se sabe seguro y demuestra tranquilidad, aunque las deudas se vengan encima cada vez peor. Sencillamente el ha encontrado su espacio de confort y se ha acostumbrado a que su mujer todo le resuelva: renta, comida, pago de servicios, esparcimiento y, ya en planos más avanzados de vergüenza distraída, hasta las rondas de tequila corren por cuenta de ella.
Para colmo, muchos de ellos se han declarado completamente aptos para desarrollar el rol de amo de casa, a medias, pero a gusto, tienden la cama, lavan los platos, aspiran la alfombra y, quizá, hagan de comer. Todo esto a cambio de estar libres y sin remordimientos llegada la tarde, exactamente igual que las chicas, pero aquí el "amo de casa" se va con sus cuates, en lo que ella trabaja duro para que nada falte en este hogar feliz.
Pero la mula no era arisca, dice el viejo refrán, ¡la hicieron a palos! Llega el momento en que ella no soporta más esta penosa situación y ¡zaz! Lo manda a Timbuctú por los capuchinos. Claro que a primera instancia el ofendido marido no da crédito que su gran sacrificio no sea reconocido y sin titubear se retira indignado del terreno marital, pero... pasan los minutos y antes de que estos se conviertan en horas, el terror comienza a invadir a este indignado muchacho; muchas ideas pasan por su aturdida cabecita, como... dónde dormiré, dónde comeré, dónde lavaré mi ropa.
Algunos, en peores aprietos, se preguntarán en dónde les darán de comer y les lavarán la ropa, quién les dará dinero o quién les dirá buenas "noches antes" de ir a dormir.
Entonces, el efecto boomerang se hace presente y en cuestión de horas y dejando la dignidad bien guardadita, este personaje se encontrará de vuelta. Lo mismo suele ocurrir con chicos de mucha iniciativa, pero con menos suerte. Quizá a ellos no les ha pintado tan bien el panorama laboral como a ellas y suelen sufrir del mismo rechazo y los mismos reclamos que en el primero de los casos. Pero en este caso usted, mi querido amigo, tendrá que escoger la mejor mesa para dar un fuerte manotazo y con firmeza afrontar la situación, y si no lo quieren, tenga la seguridad de que habrá la mujer que sí lo haga. No permita ser minimizado de esa forma y mucho menos caiga en el cursi y patético comportamiento del "hombre boomerang" y muéstrese mejor como punta de ballesta, la cual una vez disparada jamás regresará.
El extraño caso de los hombres boomerang
Publicado por Morpheus en:
sábado, febrero 06, 2010
Etiquetas:
aliados del hombre,
sexo y relaciones
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