Columna Exclusivo para hombres, de Yazmín Alessandrini, 12 marzo 2009.
Bien dicen que pasando los diez años de matrimonio, el príncipe se convierte en sapo y la princesa en bruja. No obstante, la idea de haber elegido mal o de no haber actuado a la altura de un compromiso tan delicado, conformado por el hecho de coexistir al lado de otro ser humano, lleva a ciertas personas a experimentar la necesidad de buscar una pareja ad hoc a sus pretensiones.
Lo anterior con la plena seguridad de que esta vez tendrán el máximo cuidado, si se da el caso de que la relación vaya viento en popa y se advierta un buen pronóstico; esta vez están convencidos de tomar una decisión con la cabeza más que fría; no desean protagonizar otra triste separación, ahora lo que menos desean es volver a enamorarse, pero... cuando menos se lo esperan, ¡ZAZ! Caen redonditos... y de nueva cuenta, la ilusión de conservar a esa persona por el resto de su vida, aparece tan sublime que cuando ven hacia atrás, es para darse cuenta de las latas que algún bromista familiar sujetó a la defensa del carro de bodas.
Y la historia se repite, al cabo de unos meses o quizás años, El Príncipe Azul se torna gris y viceversa; también aquella dulce princesa muestra su lado amargo, cada uno saca a relucir lo que tan celosamente se guardó como expediente secreto durante el cortejo y noviazgo, detallitos como el famoso tubo de dentrífico mal apretado, los ronquidos ultrasónicos coadyuvantes a mantener un excelente estrés, y a conciliar el preciado insomnio que tanta falta hace en estos días, claro que un toque de sarcasmo minimiza el reflejo de estas situaciones tan de moda y directamente causantes del desabasto de tolerancia.
En teoría, usted, mi amigo, o ella, no andan al 100% de su capacidad para convivir de tiempo completo con su pareja, analizando lo anterior es fácil deducir que después de dos matrimonios o uniones abortadas, lo más seguro es que no se pretende caer en la misma situación de nueva cuenta, entonces... ¿significa que la ilusión de tener otra pareja debe de darse por desechada? No más amaneceres a su lado y menos el escuchar los "buenos días"?, ¿es lo que les esperar si optan por olvidar el jugo del amor y pareja? ¿Será que el matrimonio, a estas alturas del partido, se utiliza como Plan B contra el sentimiento de soledad? De ser así, es de vital importancia darse cuanta y darse la oprtunidad de relacionarse y vivir momentos plenos, aceptando que no es necesario vivir juntos a sabiendas que la costumbre terminará por extinguir el mínimo vestigio de amor.
¡Así que mejor evite tropezar con la misma piedra, mejor mantenga encendida la velita viviendo cada quien en su casita! Total... de vez en cuando dele otro giro a su recámara y organice campamentos y pijamadas con su pareja, para así despertar juntos sin que el compromiso brille por presencia, ¿no suena bién?
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