Viajar en el metro (subterráneo, subte o subway) de México puede ser complicado a veces. Sobre todo cuando está a tope y hay mujeres dentro. En una de esas tantas veces, resulta que me tocó ser de los últimos en entrar. Una de la viejas que iban (que por cierto iba en medio del vagón, no junto a mí), espetó:
-Ay amigo, que no ves que ya no cabes, espera el siguiente!
Sin pensarlo, le dije:
-Ah chingá, pus que tu mandas o qué?
-¡Pues es que ya estamos bien apretados!
-¿¿Tú mandas??
Alguna otra, solidaria como son las mujeres a la hora de ponerse con un hombre, dijo:
-Ahí se ve la educación
-¿¿¿TU MANDAS???
-¡No que la chingada¡
-¿¿¿TU MANDAS???
Y ya no dijo nada más. Solo movió su cabezota.
El metro así es. Y las mujeres lo saben. No obstante, siguen rezongando. Me ha tocado ir en vagones mucho más apretados y solo en el 5% de casos algún cabrón se ha molestado. Además, estamos de acuerdo que en los vagones de mujeres, por razones lógicas, ellas irían menos apretadas ¿cierto?
La mayoría de hombres no se defienden de esta clase de reclamos. No lo entiendo. Las mujeres no son dios. Son solo mujeres. Es solo que, al saber que tienen a todo el sistema legal, institucional y social de su parte, se sienten dueñas hasta del metro. Cuando a tí te digan algo similar, defiéndete. Yo me defendí. A pesar de estar en el metro, auténtico búnker feminista, me defendí.
1 Comentario:
El transporte colectivo de la Ciudad de México es un clarísimo ejemplo de discriminación de género en contra de los hombres. Vagones exclusivos en el metro, espacio exclusivo en el metrobus, autobuses rosas y el proyecto de taxis rosas. Hace poco leí una encuesta hecha por el INmujeres en donde 9 de cada 10 mujeres dice haber sido agredida sexualmente en el transporte colectivo y que desean aún más transporte colectivo exclusivo. Mi pregunta es ¿Quieren más? Mientras los hombres esperamos para poder entrar en los vagones del metro, ellas esperan para ir sentadas, mientras nosotros brincamos del autobús en movimiento ellas tienen autobuses rosas que se esperan a que bajen delicadamente con sus tacones, mientras los hombres (aún cuando viajamos con niños pequeños) debemos viajar hacinados, ellas piden que les prendan el aire acondicionado o la calefacción. Lo curioso es que ellas demandan más y mejores servicios (claro exclusivos para mujeres) y nosotros (los hombres) nos quedamos callados. Sí lo comento con una amiga ella dice: "pues está bien, así debe ser, para eso son hombres ¿no?" Lo mejor es que la sociedad y las autoridades dicen que la discriminación de género es solo en contra de las mujeres, que los programas pro-igualdad solo deben dirigirse a favor de las mujeres, que la perspectiva de género solo se inclina hacia las mujeres y que la equidad de género solo se conseguirá cuando las mujeres tengan más y mejores servicios. Parece burla ¿no?
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