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Mi esposa decidió prostituirse intramuros

Columna Exclusivo para hombres, de Yazmín Alessandrini.

Hace pocos días un desesperado lector me envió un mensaje de ayuda. Su problema radica precisamente en la carencia de caricias y amor en la que ha caído su matrimonio.

Lo anterior coadyuvó para que se le hiciera más fácil convertirse en todo un seductor atrapa- mujeres que, según él dice, caen a sus pies ante sus dotes, lo cual no sucede igual con la mujer a la que él realmente ama y a quien sedujo hace casi 20 años y que ahora siente total indiferencia por él.

Las largas jornadas laborales, los compromisos profesionales aún en los fines de semana, hicieron que su mujer, paulatinamente, perdiera el interés en su marido, quien, con ese excelente pretexto, se dio a la tarea de buscar fuera del hogar lo que dejó perder por tanto tiempo, y llegado el momento se da cuenta de la cruda realidad: él sigue enamorado de su esposa, pero ella ahora no.

Esto lo tiene al borde de la desesperación porque aunado al cariño y amor, existe el deseo sexual hacia su mujer.

Ahora los ruegos e insinuaciones son interminables, pero vaya sorpresa de nuestro amigo al saber de viva voz de ella que, si en verdad la desea tanto… tendrá que pagar su cuota en especie, ya sea alguna camioneta de agencia, un buen reloj.

Son las dádivas del pliego petitorio de esta “esposa” de limitada moral disipada, y… ¿ por qué limitada? Claro, señores, esta inteligente señora ha decidido sin más ni menos, ¡prostituirse intramuros! ¿Será fantasía a realizar por parte de ella? ¿Se dará cuenta de que su actitud rompe por completo las normas de un hogar que para muchos significa un sitio sagrado o casi un santuario?

Nuestro abatido casanova ahora se encuentra en la disyuntiva entre pagar la cuota solicitada y así disfrutar de las delicias que tan intensamente le provoca su mujer o poner un alto a tan baja y ventajosa propuesta.

Es evidente que un bajo parámetro de autoestima es el protagonista principal de esta novela digna de Herman Hesse, bajo el título de Prostituta en Casa.

Nuestro amigo tendrá entonces que trabajar mucho en su interior y separar sus banales conquistas amorosas, de su necesidad por ser reconocido por la persona a quien más ama.

Cabe afirmar que sus andanzas amorosas no quedarán impunes, faltará el perdón de su mujer, a quien seguramente la sensación de los cuernitos tan bien colocados por el marido no le hace la menor gracia y menos a la hora de darse un buen shampoo.

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